Escrito por: Ibán García, abonado de la Unión Deportiva Salamanca.
Ha pasado ya casi un año de ese fatídico 29 de mayo de 2011, con ese doloroso resultado en Barcelona que nos devolvía a la categoría de bronce del fútbol español y como me imaginaba esa tarde iba a vivir de nuevo la parte desagradable de este deporte y de este club, más pendiente de despachos y de noticias económicas que de lo que sucede en el terreno de juego. Aquella noche casi no dormí, pensaba en toda lo que rodea a la Unión Deportiva y sabía que no era un descenso más, sabía que posiblemente el futuro del club iba a estar en el aire toda la temporada, tal y como está ahora.
Lo que nunca pude imaginar fue el año que íbamos a vivir en la parcela deportiva, aunque al comienzo de temporada en el Helmántico contra la Segoviana ya el equipo dejó muestras de su limitada calidad y de su escasa profesionalidad con el club, siempre pensé que reaccionaría y nos acabaríamos metiendo en la parte alta de la clasificación.
Con el paso de las jornadas me dí cuenta que la camiseta y la historia la llevábamos únicamente los aficionados y simpatizantes en nuestro corazón y en nuestro orgullo, aunque hubo algún partido para la esperanza y el sueño de poder meternos en ascenso como aquel partido en Logroño, la victoria épica en Burgos o Segovia con la afición volcada, pero fue sólo un espejismo……partidos como los que hemos visto en casa contra Lemona, Gimnástica o Logroñés daban ganas de no volver a pisar el coliseo charro.
Nunca había salido del campo con esa sensación de tristeza, de desaliento y de que todo se acababa, pero según se iba acercando el domingo siguiente volvía a recorrer mi cuerpo ese gusanillo en el estómago el día del partido, ese momento al salir de casa en el que te aprietas bien la bufanda, coges tu bandera y piensas que eres la persona más feliz del mundo animando al equipo de tu tierra, nadie me podrá quitar ese momento cada quince días cuando subes la rampa de fondo sur y ves el estadio, el césped y te sientes la persona más orgullosa del mundo aunque tu equipo milite en Segunda B; es una sensación única.
La temporada ha concluido de una manera inimaginable con una manifestación, donde la afición volvió a responder con un estadio lleno en un partido en el que no nos jugábamos nada en lo deportivo, donde cerré los ojos y pensé que estaba viviendo un ascenso o un partido de primera división como en el año 98, hacía años que no veía “la ola” y no escuchaba ese “ ¡hola Fondo Norte!” con una respuesta atronadora desde el otro lado del estadio; salí con la piel de gallina aquella tarde del campo.
Y aquí seguimos luchando porque los 89 años de historia de este club no desaparezcan y Salamanca y su provincia sigan teniendo a un equipo que les represente todos los días y no siga aumentando la lista de pobrezas que arrastra esta provincia en otros planos económicos durante los últimos años, el club también es patrimonio de sus ciudadanos igual que la catedral o la universidad.
Este artículo va dedicado a esos 4.000 incondicionales que hemos aguantado toda la temporada al pie del cañón, a toda la gente que nos desplazamos muchos domingos por campos de tierra y barro, a todos los “exiliados” que siguen a su equipo desde fuera, a todos los que no se despegan del transistor cuando la unión juega fuera, a sus peñas que son el pulmón del equipo, a todos los que gastan su dinero y su tiempo y luchan por el equipo y los colores de su tierra, a los que lucen el escudo de su equipo con orgullo, en definitiva a todos los que hemos sufrido y han sufrido conmigo este año en el fango de la Segunda B. No sé si seguiremos el próximo año, amig@s (lucharemos hasta el final), pero si seguimos no tengáis ninguna duda, VOLVEREMOS!!!!!!!!!!!!!!!!
HALA UNIÓN++++